La expresión curar tiene varias acepciones y —posiblemente— una raíz etimológica común.
Un curador artístico, es la persona responsable de mantener nivelada una exposición, en cuanto a calidad y temática, por ejemplo.
Algo similar a lo que hace el curador naturalista, pero su tarea se relaciona con asegurar la pertinencia en las colecciones de los distintos especímenes.
El en Derecho, un curador civil, es una suerte de apoderado o representante de la vida civil de una persona, a la que se supone incapacitada para desempeñarse en ese plano.
En el plano de la Salud, curador es la persona que ayuda a otra a curarse, es decir, a recuperar el equilibrio de su salud.
Podríamos identificar otros campos en los que se cura, aunque no sean tan evidentes.
Un maestro que hace cocina de autor, está en las antípodas de un curador, pero su denominación nos habla de la existencia de la cocina de cura: la ensalada de fulano, el pan de mengano, las carnes de zutano… ¿O no vemos —sobre todo en las grandes ciudades— que cada vez más, se venden las verduras o las ensaladas preparadas, el corte de carne o la porción lista para consumo, las premezclas, los preparados…? Si a eso le agregamos el delivery de comidas, vemos claramente que hay —no tan en ciernes— una cocina de cura, que ha obligado a otros, para diferenciarse, a nombrar su profesión como cocina de autor.
La informática, y más precisamente la programación, es otro campo donde hay cura. Una interfaz de usuario final, en la que, distraídamente pasamos un dedo o apretamos una tecla, está hecha de un conjunto de capas de programación, en las que conviven diferentes lenguajes que ejecutan un sinnúmero de rutinas (a razón de millones de órdenes por segundo), para que suceda eso que estamos esperando que suceda. Eso ha sido puesto ahí por un analista, que ha curado entre diferentes recursos, para diseñar un dispositivo específico.
Un jefe o un secretario de redacción de un medio de comunicación, también es un curador de contenidos.
Si lo pensamos desde la perspectiva de las etiquetas, siempre estamos hablando de alguien que pone equilibrio, armonía en un sistema. Porque lo construye o porque lo restablece, pero no se trata de un equilibrio de suma cero, sino orientado: El curador opina, se expresa, operando con lo de otros. Interviene para mejorar un conjunto de cosas que han hecho otros o que son de otros o que le pasan a otros y lo hace apelando a su experiencia en el tema y a su propia cosmovisión.
Curador de Contenidos
Con estos atributos, ingresó la expresión al mundo del social media. En nuestro campo, la cura de contenidos es una hija dilecta de las taxonomías que aparecieron como manera de ubicar contenidos dentro del torrente vertiginoso que propició la aparición de la Web 2.0. El etiquetado con la impronta social, de la cultura; al que técnicamente se conoce como folksonomía, por la conjunción entre folk (cultura) y taxonomía (la ciencia de la clasificación).
Es posible pensar la cura de contenidos como un meta contenido, una capa de contenidos sobre los contenidos. Una una capa de servicios sobre los servicios (producción) de otros. Por eso, si está bien hecha, el resultado es tan relevante. Tiene más valor que cada una de las partes, porque el curador le agrega la conexión, la relación con los otros, con el conjunto de lo que selecciona.
Por eso es tan valioso recoger contenidos curados o folksonomizados, en páginas como Delicious, Feedly, Scoop.it o Pocket, porque lo que allí se encuentra no ha sido reunido por agregadores automatizados (también llamados mashups), sino que la selección, el recorte, está hecho por personas.
Esto nos dice algo más de la tarea, cosa que puede verificarse perfectamente en la práctica:
Elegir un artículo para re-publicar en un canal social, y nada más que eso, no es curar sino simplemente reproducir. La cura de contenidos tiene que pensarse como un flujo, una selección de materiales que fluyen por una página o un perfil social. Eso que fluye es lo que da la impronta a ese espacio y hará que en él pueda ofrecerse una experiencia más o menos interesante para quien lo visite.
¿No queremos, acaso, que las personas vengan una y otra vez a nuestros espacios sociales (engagement) porque esperamos que polinicen con lo que se llevan? Por eso NO publicamos todo de una vez. Elegimos un ritmo, en base al plan de contenidos, y con eso le damos dimensión al flujo.
Articulamos lo de otros, para que nos visiten una y otra vez, a veces comenten, a veces se lo lleven y cada tanto, nos pidan más información.
Por eso, más allá de las definiciones acerca de qué son o no son contenidos, y como respuesta a la pregunta del título, digamos que no hay tal oposición: Curar es una forma particular de producir contenidos.
Ver también: Donde puedo sacar ideas para un blog; cómo usar el contenido emocional para impulsar su web ;
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